Todos los días mi novia rusa se va a la cocina para tomarse su taza de té. Es una rutina que jamás se salta, aunque el otro día logré convencerla para que la pospusiese. Y es que aparecí a su lado cachondo perdido y deseando practicar sexo con ella. Al ver las ganas que tenía, ella me siguió el juego y tras comerme la polla, se apoyó sobre la mesa y dejó que me follase su coño, para terminar eyaculando sobre su culito.