Cuando el calentón le sube por la entrepierna, Anya Olsen no puede controlarse y no duda en apagarlo como sea, ya sea con sus deditos o gracias un buen rabo. Por suerte para ella (y sobre todo para él), su chico estaba en casa y no dudó en ir a por su rabo para pasar un buen rato. No pudo negarse ante semejante preciosidad sobre todo cuando la vio tan cachonda, terminando en pelotas sobre el sofá y metiéndosela hasta el fondo de su chochito.