Aunque es una mujer con bastante clase, lo cierto es que Capri Cavanni deseaba una tarde de puro sexo y como no, encontró en un joven vecino el chico ideal para disfrutar de ello. La rubia necesitaba un hombre que solo quisiese empotrarla a conciencia en un buen polvo y este chaval era el ideal. El joven se quedó de piedra al ver sus ojazos azules y sobre todo, ese par de pechotes que tiene y que le llevó a empalmarse en seguida, para metérsela como un animal en el sofá a esta diosa.