Esta webcamer española quiso ofrecerle a su cliente número mil un show especial, pero cuando llegó a casa vio como su ordenador dejaba de funcionar. Llamó a un informático y pronto le arregló el problema pero, cuando fue a pagarle, el tipo no quiso su dinero. Lo que quería era follársela y ella, aceptó encantada y disfrutó de su rabo, mientras su fan se quedaba en una esquina mirando ese show tan caliente.