En todas las familias todos tenemos o hemos tenido una abuela que guardaba una receta especial, como por ejemplo unas galletas. Precisamente este jovencito quiso visitarla para darse un atracón y merendar, además de hacerle compañía a la señora. Aunque parece que no fue el único postre que probó esa tarde, ya que el ambiente se caldeó entre el chico y la viejita. Tanto fue así que al final, además de las galletas, lo que se llevó a la boca fue su coño arrugado y no pudo evitar meterle la polla para agradecerle toda la atención que le ha dado desde siempre. Ella disfrutó como hacía años no lo hacía y él, se fue de allí con una sonrisa…. y con un tupper lleno con su merienda favorita.