Estaba teniendo una tarde tranquila, mientras leía junto a mi novia en el sofá. De repente ella puso sus pies encima de mis muslos y me pidió que le hiciese un masaje, así que me puse manos a la obra con sus deditos. Logré ponerla bastante cachonda y la verdad es que yo mismo terminé con la polla durísima, hasta el punto de pedirle unas pajas con los pies. Ella no solo quiso complacerme, sino que terminó con las bragas por el suelo pidiéndome que me la follase en el salón.