Necesitaba unas herramientas y Jada Stevens fue al garaje de su vecino, para ver si se las podía prestar. Pero cuando llegó, pudo entrever bajo sus pantalones el pedazo de rabo que tiene y cambió de opinión con respecto al tipo de herramienta que quería. La chica se puso de rodillas ante él y empezó a meterle mano, hasta bajarle los pantalones y comerle el rabo, follándoselo allí mismo y gozando de su pollón negro en un polvazo increíble.