Con estos calores, no puedo estar ni un minuto quieta en casa, ya que sudo por todas partes. Por eso mismo, me paseé desnuda y busqué algo fresco que llevarme a la boca. Lo que pasa es que al hacerlo, mi hermanastro no pudo evitar poner sus ojos sobre mi y le pedí que me pusiese hielo por todo mi cuerpo. Los dos acabamos tan cachondos que finalmente, recurrimos al sexo y disfrutamos de un polvazo… aunque terminamos más que acalorados.