El toque exótico de su secretaria asiática siempre le dio mucho morbo, pero cuando apareció por su despacho con el pelo recogido, esas gafas de empollona y su corta falda, este tipo acabó cachondo perdido. Empezó a piropearla y al poco rato, no dudó en meterle mano descaradamente. La chica le dejó hacerlo y al final, terminó sin ropa sobre la mesa de su despacho, dejándole probar su coño oriental en un polvazo bestial en horas de trabajo.